Traspié entre dos Valencias


Quizás muchos lo piensan. Casi todo el mundo lo dice. Muy poco se ha escrito. Vivimos en una ciudad compuesta por lo que fueron cinco o seis ciudades o pueblos (ahora municipios); pero espiritual o culturalmente son dos ciudades: la del norte y la del sur. Aunque cada municipio tiene su norte y su sur, algunos, como San Diego, son un poco más norte (y esto no tiene que ver con su ubicación), algunos un poco más sur o son completamente sur (como Los Guayos); unos tienen el sur en el norte, como Naguanagua. (Valencia es norte y sur, pero también es arriba y abajo, curiosamente. No es sólo un sentido social: en efecto, la zona de La Entrada está como a 600 metros sobre el nivel del mar. En el centro de la ciudad ya se está a menos de 450 metros y luego sigue bajando. Valencia es un declive.)
Espero no parecer despectivo, sólo digo lo que escucho o veo a diario; a veces se siente, está en el aire. Hay quien vive en el norte y piensa que la gente en el sur es pobre o gana menos; nada más falso: en el sur hay prósperos comerciantes. A cierta gente del norte les da por despreciar a los del sur; a muchos en el sur parece no preocuparles eso. Al del norte no le gusta tener que ir al sur; mucha gente del sur tiene que ir al norte, por razones de trabajo; pero hay más gente en el sur. La proporción es como de cinco a dos. También hay gente del sur que se muere por ser norte; aunque creo que nadie del norte quiere ser sur.
Con excepción de la zona industrial, hay más fuentes de trabajo en el norte; más establecimientos comerciales. No hay malls en el sur (una vez comenzaron un proyecto, pero hasta allí llegó; ahora otra vez, alguien, está arriesgando en esa apuesta). Los sitios de interés (sea lo que sea que eso signifique) casi todos quedan en el norte, excepto la Plaza de toros y el Campo de Carabobo (que no es norte ni sur; es afuera). Edificios, debe haber como uno cerca de la avenida Las Ferias. Creo que no hay museos en el sur; hubo, alguna vez, en el Parque Recreacional. Los parques y plazas, sitios de esparcimiento, están en una proporción como de diez a uno, quizás más, a favor del norte (pese a la diferencia de población de la que hablamos). Casi tanto como pasa con los semáforos. Farmatodos y McDonalds son también como veinte del norte por cada uno del sur (la publicidad es gratis, pero si me quieren abonar algo, les doy mi número de cuenta). Los precios del sur, a veces, son mejores. Es el slogan de una ferretería: precios del sur, pero en el norte.
Una de las cosas que desaparece al llegar a la zona sur es la línea de las calles y avenidas. Rayado peatonal, qué es eso, se preguntan en el sur. Ni gente que lo respete. Suele haber caos; pero dado que en el norte hay más carros, a veces ambos caos se igualan en volumen. También en el sur desaparece el alumbrado público. La presencia policial se vuelve ausencia o su presencia sólo se asocia con la función de la matraca. Sí hay más huecos. Por eso los gobernantes, aunque sean de tendencia de izquierda o digan estar del lado del pueblo, prefieren vivir en el norte. Sólo pasan por el sur en época de buscar votos. Las avenidas del norte están bordeadas de árboles; en el sur, de basura.
Pero no todo es norte y sur; también hay centro. (Yo vivo en el centro; quizás porque no me va bien con el que presume de ser norte ni con el que pregona su sur.) Valencia es una de las pocas ciudades (no sé si hay otra igual en Venezuela) que tiene perfectamente delimitado el centro, enmarcado entre cuatro avenidas: al este paseo Cabriales, al oeste Fernando Figueredo, al norte Cedeño (de allí hacia arriba es norte) y al sur Lara (de allí hacia abajo es sur). Valencia tiene claros sus límites: la mencionada avenida, la autopista regional del centro, la fila de Guacamaya, constituyen una discontinua frontera entre el norte y el sur.
Si hubieran ampliado la avenida Bolívar, en el centro, la ciudad se hubiera unificado un poco más, acaso; para pesar de muchos del norte (y conste que esto lo he escuchado decir, no sé cuántas veces, no sé cuántas, no). Por ahora, los dos segmentos aparecen aislados, desconectados; la frontera antes dicha mantiene al sur en su sitio, lo contiene. Más o menos se vinculan o se tocan, norte y sur, a través del metro, que avanza tímidamente (por ahora es sólo medio metro). Pero esto, como muchas otras cosas en mi ciudad, sólo ocurre subterráneamente.
Rafael Victorino Muñoz
@soyvictorinox

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