Los siete pecados capitales



Los siete pecados capitales son: pereza, envidia, ira, avaricia, soberbia, lujuria, gula. Pero ya no parecen tan malos, si nos detenemos a examinarlos desde la perspectiva de la vida que llevamos hoy día. Veamos con detalle.

- Comencemos por el último: el comer por el comer, no sólo es algo bien visto y celebrado, desde el punto de vista del que devora todo o del que presume saber lo que es comer bien, sino que los chefs son celebridades, ganan mucho dinero y tienen prestigio. La gastronomía hace rato se ha elevado a arte. Nuestro mayor lamento, hoy día, en Venezuela, es tener que alimentarnos frugalmente. Aspiramos a la gula como signo de superioridad o de calidad de vida.

- La típica película norteamericana muestra siempre al héroe lleno de ira: algo han hecho o le hicieron, por lo que decide ser quien antes no era; se sobrepone, una energía sobrehumana parece poseerlo. Saca fuerzas, de la ira, y vence todo obstáculo, a todo enemigo. Así comenzó la historia de la literatura: “canta, oh musa, la cólera del pélida Aquiles”. Así continúa la historia de la humanidad. La civilización que es el faro del mundo, los Estados Unidos a los que todos admiran, es una nación guerrera, que continuamente desencadena su ira contra adversarios que luchan por otra causa. La ira no es mala, sólo los motivos.

- Pero si también hay alguien, otro alguien, que se nos presenta como modelo, es el avaricioso: el que tiene más, el hombre más rico del mundo; el que teniendo dos casas compra una tercera o el que teniendo tres mujeres se enreda con una cuarta. Más es mejor, desde cualquier punto de vista, sobre todo desde el punto de vista de la economía: las corporaciones compran a las más pequeñas, se fusionan para controlar el mercado. Crecen hasta más no poder. Nadie dice que es lo suficientemente rico.

- Soberbia: ser apocado es tener baja autoestima, tiene connotación negativa; el humilde pasa por pendejo habitualmente; el soberbio, el que todo lo puede o por lo menos presume de ello, es mejor visto. Arrogancia, la llaman; con la seguridad se le confunde. Cuánta predica de cuánto charlatán hay por allí vendiendo la idea de que tenemos que creernos capaces de todo…

- Si algo vende en publicidad es el sexo; la lujuria es el pecado capital favorito de los medios. Marilyn Monroe, el sexy simbol de todos los tiempos y cuántas más que la han tratado de secundar, demuestran que este es el supremo bien. Ser sexy, atractivo sexualmente, se entiende, es lo que queremos. Muchas conquistas sexuales nos hacen sentir exitosos; en nuestro imaginario colectivo, si no tienes con quién hacerlo, eres un fracasado. Una pareja que no estimula sexualmente, sin importar virtudes en otros aspectos, a la larga dejará de serlo.

- Y si algo es el significado oculto de todo mensaje publicitario y, en consecuencia, de la sociedad capitalista y su economía de mercado, es la envidia: la publicidad nos muestra a gente feliz porque tiene lo que nosotros no, para que sintamos envidia y deseos de comprar, sea lo que sea, cueste lo que cueste. La envidia: el corazón que hace latir a la sociedad consumista.

- La flojera dejó de ser la madre de todos los vicios para ser la madre de todos los inventos: como tener que caminar de un lugar a otro cansaba mucho, inventamos el carro, para también poder llegar rápido y tener más tiempo de ocio; picar todos los aliños cansa, mejor un picatodo que hace todo más fácil; es tan fastidioso tener que levantarse a cambiar el canal del televisor: nace el control remoto. Nuestro trabajo se ha minimizado. Hubo protestas en el pasado para reducir la jornada laboral y llenar el tiempo de ocio. Ahora, como la jornada es menor, y tenemos que buscar qué hacer con el tiempo libre, nos ofrecen alternativas: aparatos con qué entretenernos, sitios a donde ir a comer o de vacaciones.

Los siete pecados capitales hoy día son virtudes o por lo menos pasan por serlo: nadie los evita o se evitan muy poco.

Rafael Victorino Muñoz

@soyvictorinox

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