Carta abierta a un delincuente

Querido señor delincuente:

Tal vez no leerás mis palabras, pero hay algo que me gustaría decirte, si te tuviera frente a frente, aunque sin que me estuvieras apuntando con un arma. Yo sé que tú piensas que no vales nada, lo sé porque he hablado con muchos como tú, porque también vengo de un barrio, igual que tú. No sé quién te lo hizo creer ni por qué te convenciste de eso ni por qué sigues creyéndolo. Ni siquiera te lo voy a discutir. Y sé también que, como crees eso, no te importa la vida de nadie, ni la tuya propia; no te importa matar, porque dices que no te importa morir.
Pero yo sé que hay algo, o alguien, que te importa en esta vida; eso no lo puedes negar, ni a ti mismo. Es de eso que quiero hablarte, y de lo que va a pasar después, cuando no estés en esta vida. Tal vez la persona que te importa sea tu pareja. ¿Tú qué crees que va a pasar cuando mueras? ¿Crees que se va a quedar toda la vida fiel a tu recuerdo? Pues no, no pasará ni un año antes de que esté con alguien. Y no se acordará más de ti. Y lo peor, lo que más te dolería, si pudieras ver lo que pasa en este mundo, es que puede estar con la persona a la que tú más detestas; ése que consideras tu peor enemigo, ese mismo. Y él lo va a disfrutar, porque tú le habrás dejado el camino abierto, quitándote de este mundo. Hasta te daría las gracias.
Puede ser que tengas hijos, y que también te importen. ¿Has pensando que pasará con ellos? Quizás tienes un niño, un varoncito. Tampoco lo vas a poder cuidar. Quién sabe si su mamá no estará muy pendiente de él. Tiene que trabajar más porque tú no estás para ayudar; y no es que ayudaras mucho en realidad. El niño se irá criando en la calle, por ahí; y como el modelo que tiene de padre fuiste tú, lamentablemente, aprende y habrá aprendido cosas que no lo van a ayudar demasiado en la vida: robar, a resolver los problemas a los golpes o a los tiros. Resultado: va a tener una vida tan corta como la tuya. En lugar de darle un buen ejemplo lo estás condenando a una existencia breve.
Quizás tienes una hija. Imagina qué futuro le aguarda. Su madre, tu viuda, va a estar con otra persona que no eres tú pero… ¿y si escoger estar con un delincuente igual que tú? No es tan improbable. Ya lo hizo una vez. Cuando tu hija llegue a la adolescencia convivirá en el mismo espacio con otro hombre, que no es su padre pero es igual o peor que su padre. ¿Te has puesto a pensar en eso? ¿Y si cuando sea adolescente es víctima de abuso sexual por parte de su padrastro que es otro malandro como tú? ¿Crees que es imposible? No lo es. Y si ocurre tú no podrás hacer nada por evitarlo, porque no estarás en este mundo. Tampoco podrás evitar las consecuencias: la promiscuidad, prostitución, intentos de suicidio, es lo que dicen que ocurre con víctimas de abuso sexual en la infancia y adolescencia.
Pensarás que exagero, no todas esas cosas tienen que suceder. A lo mejor no, a lo mejor tus hijos son inteligentes y no quieren parecerse a ti. Y sería lo ideal si no se parecieran a ti ni te recordaran. Cuando les pregunten, dirían que no tuvieron padre; se entiende, a cualquiera le daría vergüenza. No lo sabes, no sabes lo que va a pasar y no vas a poder cambiar nada ni influir en lo que pase; pero la única manera en que puedes hacer algo es estando vivo, siguiendo en este mundo y siguiendo al lado de ellos.
Quizás, como decía al inicio, no leas mis palabras o las leas y no les prestes atención. Quizás crea que hay algo de glorioso en el hecho morir disparando, como si estuvieras en una batalla; pero no, nada más falso. Morir así no es glorioso: no eres ningún soldado. Ni porque te hagan un velorio como si fueras un faraón, ni porque aparezca por primera y única vez en las páginas de este diario. A los muertos nada de eso les importa, de nada de eso se enteran. Ya no están aquí.
Y tú ya no estarás aquí. Y nadie se va a entristecer. Mucha gente dará gracias a Dios y se alegrará. Pronto te olvidarán. Serás una tumba en un cementerio que nadie visita, con una lápida desgastada y perdida entre el monte, donde sólo se pasean las lagartijas. Lo mejor que puedes hacer es seguir vivo; pero viviendo como lo has hecho hasta ahora, no es la manera de lograrlo. Es posible que aún estés a tiempo de cambiar algo, no por ti, sino por aquellos que te importan.
Rafael Victorino Muñoz

@soyvictorinox

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